El diccionario de la Real Academia Española define la palabra «procesar» como «someter a un proceso de transformación física, química o biológica». Algunas de las fases del procesado son inocuas, o incluso beneficiosas, al conservar los alimentos o al aumentar la biodisponibilidad de los micronutrientes y de otros compuestos beneficiosos para la salud. Los términos contrapuestos como «procesado/natural», en los cuales un término se valora más que el otro, han sido puestos en tela de juicio por la teoría postestructuralista como construcciones sociales más que como categorías reales de las que nos podemos fiar. 

Es más, algunos de los ingredientes utilizados en el procesado de la carne tienen ventajas organolépticas, tecnológicas y, sobre todo, de seguridad e higiene, un hecho que se suele ignorar, mientras que los posibles efectos negativos se exageran. Por ejemplo, los nitratos en las carnes fermentadas contribuyen a mejorar el color y el sabor, además de la seguridad del alimento, y estas fracciones son mínimas comparadas con la ingesta de nitratos procedentes de las verduras o del agua que bebemos. 

Fuentes:
– Gibney et al., 2017
– Cornwell et al., 2018; King and White, 1999
– Ribas-Agustí et al., 2017; Weaver et al., 2014