El estrés es un factor físico o mental que produce tensión en el cuerpo y/o mente de personas y animales. El estrés es una reacción que a menudo desencadena la respuesta de «luchar o huir», que incluye factores endocrinos y neurológicos (adrenalina y noradrenalina). Los factores causantes del estrés pueden proceder de fuera del cuerpo (del entorno, o de situaciones psicológicas o sociales), o de dentro (enfermedad, procesos médicos, etc.).

Los factores de estrés físicos, químicos u otros pueden afectar a los peces, causando respuestas primarias, secundarias y/o de cuerpo entero. Adaptado con permiso de Barton, 2002. Fuente: DOSITS (dosits.com) 

Cada individuo responde al estrés de una manera distinta. Para los animales, la respuesta al estrés puede depender de la especie, la raza y las condiciones de vida. 

El estrés animal puede tener diferentes causas

La respuesta al estrés provoca varios cambios que pueden tener un efecto negativo en el ganado. Dichos efectos pueden incluir cambios en el funcionamiento del sistema inmunológico y una mayor susceptibilidad a la enfermedad, una ingesta reducida de pienso y de la rumia, la inhibición de la liberación de oxitocina y una fertilidad reducida, entre otros. Estos factores influyen no solo en el bienestar del animal, sino también en la productividad de la granja. En ambos casos conviene a los ganaderos anticipar los factores de estrés de los animales y gestionarlos de forma adecuada. 

Hay varias fases durante la vida de un animal de granja que pueden ser estresantes; por ejemplo, las fases de transición como el destete pueden ser difíciles para los lechones; o el parto y la lactancia de las cerdas lactantes, que necesitarán disponer de energía adicional para poder cuidar mejor de sus crías. Otras situaciones típicas de estrés para los animales domésticos pueden incluir los procedimientos de cuidado sanitario. El estrés inducido por el manejo agita y excita a los animales, aumentando la temperatura corporal y el ritmo cardíaco, incrementando los niveles de corticoides en sangre (adrenalina) y afectando el funcionamiento del sistema inmunológico, lo que hace que el animal esté más susceptible a las enfermedades. Los animales que estén acostumbrados desde el nacimiento a la proximidad de las personas tendrán una respuesta fisiológica menos intensa que los animales que se han criado en libertad con poco contacto humano.

El estrés del entorno también tiene su efecto en el ganado. Todos los animales se encuentran mejor en su «zona de confort termal», que varía entre especies. Este tipo de estrés se puede gestionar al proporcionar una nutrición e hidratación adecuadas para cada caso, con buenas prácticas de gestión (alojamiento, ventilación, etc.) y cuidados sanitarios cuando sean necesarios.

Soluciones

Evitar el manejo de los animales en la medida de lo posible sería la solución casi perfecta en todas las granjas desarrolladas. Por ello, en algunos lugares del mundo los ganaderos han empezado a implantar medidas avanzadas en la medida en que lo puedan afrontar económicamente: un ejemplo son los robots que ordeñan automáticamente a las vacas. Las vacas entran cuando quieren, y no tienen la presión añadida de tener que pasear por toda la granja para ser ordeñadas.

Además de las instalaciones y un alojamiento adecuado, la nutrición tiene un papel importante. Por tanto, las estrategias nutricionales pueden ayudar a los animales a sobrellevar las posibles amenazas que procedan de su entorno, mejorando así su bienestar.

Por ejemplo, para evitar la pérdida de apetito y por tanto, la desnutrición de los lechones recién nacidos, los ganaderos pueden añadir aromas al pienso para mejorar la palatabilidad de la dieta después de la lactancia, estimulando el apetito de los animales.  

Los aditivos de piensos en concreto pueden ser importantes también para mantener una buena salud de las almohadillas y de las pezuñas. Junto con la atención sanitaria de los animales, contribuyen a mantener las articulaciones más fuertes y a apoyar el sistema inmunológico de los animales al mantener una buena salud intestinal, resultando en una mayor resistencia ante los factores de estrés y las enfermedades infecciosas.  

Alimentar a los animales con piensos ricos en calorías durante los meses de invierno puede ayudarles a afrontar las bajas temperaturas, en combinación con un sistema de climatización adecuado para los recintos y evitar las corrientes de aire. Por otro lado, dar piensos con una baja carga calórica en los meses de verano puede ayudar a luchar contra las altas temperaturas al evitar que el animal genere más calor corporal. Esta medida debería acompañarse con zonas de sombra alrededor de los recintos, una buena ventilación en las zonas interiores y agua fresca en varios formatos: agua para beber en el caso del ganado vacuno, y duchas para el ganado porcino.

Y para el ganado vacuno y las vacas lecheras, otra cosa que parece ayudarles a luchar contra el estrés son cepillos para poder rascarse la espalda. ¿Quién no disfruta de un buen masaje?