Las importaciones de carne de ave llegaron a su punto más alto en 2016 con más de 900.000 toneladas. Las importaciones proceden en su mayoría de Brasil (45%), Tailandia (30%) y Ucrania (15%), y suelen ser cortes de alto valor, sobre todo pechuga, que es la preferida por los consumidores de la UE, y cuyo coste de producción es mucho menor en estos países. 

En segundo lugar, está la carne de vacuno con unas importaciones anuales de unas 340.000 toneladas. De nuevo, el mayor suministrador es Brasil (40%), seguido por Argentina (20%), Uruguay (15%) y EE.UU. – Australia (10%). Al igual que con la carne de ave, lo que se importa desde terceros países son los cortes de alto valor, lo que significa que la competencia procedente de estos países tiene un mayor impacto económico en los productores europeos. Se importan 180.000 toneladas de carne de ovino y caprino todos los años, una cantidad muy significativa en relación con la producción total de la UE, ya que las importaciones suponen el 20% de la producción de la UE. El ovino/caprino procede sobre todo de Nueva Zelanda y Australia. 

Las importaciones de porcino son relativamente insignificantes, con unas 33.000 toneladas anuales procedentes sobre todo de Suiza (60%).

En cuestiones de bienestar animal, las importaciones de terceros países están sujetas únicamente a la legislación de su país de origen.

El bienestar animal no está contemplado en las normas comerciales de la OMC, lo que hace imposible que los países de la UE que tienen altos estándares de bienestar animal puedan exigir las mismas condiciones de los productos importados. Por tanto, hasta que no se reconozca el bienestar animal en el ámbito de la OMC, no existe ninguna garantía de que la carne o los animales vivos importados de terceros países hayan disfrutado de las mismas condiciones que las que son obligatorias para los productores de la UE. 

En muchos de los países desde donde importamos, existe poca legislación al respecto. 

Como parte de las negociaciones del comercio bilateral, la UE ha procurado incluir condiciones relativas al bienestar animal. Sin embargo, estas condiciones suelen requerir la colaboración entre partes, con lo que pocas veces se llegan a plasmar en normas vinculantes. No obstante, en el caso de carne de ave, la legislación relativa a la protección animal en el momento del sacrificio tiene que ser implantada por el tercer país «de forma equivalente». Para el sector del huevo, la Comisión está intentando incorporar en los acuerdos de comercio el respeto de la prohibición de utilizar jaulas convencionales en batería, vigente en la UE desde 2012. Ante este panorama, los ganaderos europeos, las cooperativas y sus organizaciones están promoviendo altos estándares de bienestar animal a nivel global, a la vez que intentan trabajar con las partes interesadas en la UE para que alienten a los socios comerciales a respetar unas condiciones más exigentes de sanidad y bienestar animal.