En realidad, no existe ningún vínculo directo entre la producción ganadera y las subvenciones europeas. Los pagos directos de la Política Agraria Común (PAC) están relacionados con el terreno, lo que significa que, para poder recibir subvenciones, hace falta justificar una cierta extensión de tierra agrícola. Por ejemplo, al no requerir grandes extensiones de tierra, el sector avícola y el ganado de porcino no reciben subvenciones directas. 

Ocurre lo contrario con el ganado vacuno lechero o de carne, ya que se necesitan pastizales y terreno de forraje, y estos sí que reciben subvenciones directas. Estos pastizales suelen estar localizados en zonas que no se pueden cultivar, con lo que la actividad contribuye al mantenimiento del paisaje. 

Algunos grupos de interés creen que el sector ganadero recibe subvenciones masivas de forma indirecta a través de las cantidades que reciben los productores de cultivos, a sabiendas de que estos cultivos se destinarán a alimentar al ganado. Esta afirmación no tiene en cuenta que una parte importante de la alimentación (sobre todo de los no rumiantes) es soja, que solo se produce en la UE en pequeñas cantidades, siendo importada sobre todo de Norteamérica o Sudamérica. Adicionalmente, una parte significativa de los cultivos utilizados para alimentar a los animales son subproductos (oleaginosas), ya que el elemento principal del cultivo se usa para el consumo humano (por ej. del cultivo de girasol, el aceite está destinado al consumo humano, y los subproductos se utilizan como alimentación para el ganado). Por tanto, el argumento de que la producción ganadera recibe subvenciones sobre todo para la producción de alimento para el ganado no tiene en cuenta el hecho de que la mayoría de estos cultivos se utilizan en primer lugar para el consumo humano, y que los animales simplemente consumen los subproductos que de otra manera se desperdiciarían.

Fuente:

https://www.greenpeace.org/eu-unit/issues/nature-food/1803/feeding-problem-dangerous-intensification-animal-farming/