¿PODEMOS IMAGINARNOS UN MUNDO SIN GANADERÍA?

Los europeos y la gran mayoría de personas en todo el mundo no reclaman un mundo sin ganadería. No obstante, una pequeña minoría de la población europea se plantea la posibilidad de un mundo «libre de producción ganadera». Esta postura radical puede seducir a algunos que la consideren una visión coherente para el futuro. Sin embargo, la eliminación total de uno de los grupos de alimentos acarrearía muchas consecuencias que a menudo se ignoran.

Hacer una valoración de todos los aspectos sociales, medioambientales y económicos relacionados con el abandono del modelo europeo de ganadería es una tarea muy compleja, incluso para los científicos dedicados a la ganadería. Por otro lado, es muy difícil poder predecir los numerosos efectos secundarios que pudieran resultar del abandono de este sector. No obstante, podemos hablar claramente de cinco consecuencias seguras:

Europa perderá a un defensor de la bioeconomía circular

En una bioeconomía circular global, la ganadería desempeña muchas funciones importantes que desaparecerían en un mundo sin producción ganadera. Al poner en valor los subproductos de la cadena alimentaria, la ganadería contribuye a una agricultura más eficiente, al igual que a una sociedad creativa y rica en cultura. El reciclaje de biomasa de recursos tales como la hierba, la paja y el salvado que son incomestibles para las personas es un proceso importante. Si estos residuos y subproductos no son consumidos por el ganado, podrían convertirse en una carga medioambiental, en tanto que aumenta la demanda humana por alimentos procesados.  El reciclado de las pieles de los animales para producir cuero también aporta a nuestras sociedades un material bonito y duradero con propiedades únicas, y que vale para la producción de calzado, ropa, muebles, asientos para coches, instrumentos musicales, encuadernación de libros y muchos más bienes de consumo que han creado y mantienen el valor cultural de muchos países europeos. De hecho, el cuero es probablemente el primer producto de la economía circular de la historia.

La ganadería también regula los ciclos ecológicos, cierra el ciclo de nutrientes y mejora la fertilidad del suelo y el secuestro de carbono al reciclar y utilizar el estiércol como biorrecurso y al emplear los pastizales no aptos para sembrar. En zonas mixtas de cultivo y ganadería, las rotaciones de pastizales también sirven para interrumpir el ciclo de plagas en los cultivos, con lo que los agricultores pueden emplear menos pesticidas. En un mundo sin ganadería, una mayor demanda de una producción basada en el cultivo de vegetales llevaría a una intensificación en el uso de las tierras de cultivo, un aumento de los terrenos de cultivo necesarios para la producción de alimentos, la pérdida de la biodiversidad y el abandono de tierras que no son aptas ni para cultivos ni para la producción de proteínas, como las regiones montañosas, por ejemplo. (Ver también: Resource Efficiency Champions: Co-Products, an Essential Part of Animal Nutrition)

La Europa rural desaparecerá 

Hoy en día la ganadería es un componente clave de la Europa rural. El ganado está presente en casi todas las regiones de Europa en una amplia variedad de sistemas de producción, de acuerdo con los contextos locales económicos, geográficos y sociológicos. El sector de la ganadería contribuye de forma importante a la economía europea (168.000 millones de euros anualmente, un 45% de la actividad agrícola total) y a la balanza comercial, y crea empleo para cerca de 30 millones de personas. Sin ganadería, el éxodo rural se incrementará, creando mayor presión en nuestras ciudades y una mayor desconexión con la naturaleza y con nuestro patrimonio cultural.  Los terrenos abandonados también generarían un mayor riesgo de incendios forestales en un contexto de calentamiento global

La utilización y el precio de fertilizantes sintéticos aumentará

El sector de la ganadería no solo produce alimentos, sino también una amplia variedad de subproductos, empezando por el estiércol y otros subproductos. Hoy en día el 40% de la tierra cultivada en todo el mundo utiliza abonos orgánicos que proceden de la producción ganadera. Por tanto, un mundo sin ganadería llevaría a un aumento importante en la utilización de fertilizantes sintéticos, resultando en una mayor dependencia de la importación de fertilizantes por parte de los agricultores europeos, poniendo en peligro nuestra seguridad alimentaria. Actualmente, los abonos ya representan una tercera parte de los gastos de los agricultores, y en un futuro en el que el precio de los fertilizantes puede aumentar, la producción de cultivos ya no reportará beneficios sin un aumento global de los precios.     

Los abonos son solo un ejemplo simbólico común a todos los animales de granja. Otros muchos subproductos menos conocidos, como productos cosméticos o bioenergía procedentes del sector de la ganadería serán difíciles de reemplazar sin un alto coste medioambiental, económico y social.

Desaparecerá una parte del patrimonio gastronómico europeo 

El alejamiento total de la producción ganadera crearía muchas dificultades para cubrir todos los requisitos nutricionales de la población. Sin carne, queso, huevos y pescado en nuestra dieta, la población de la UE no podría cubrir la ingesta recomendada de varios nutrientes esenciales procedentes de los alimentos. Una dieta basada únicamente en alimentos de origen vegetal requeriría que ingiriéramos más comida y más calorías diarias para cumplir con los requisitos nutricionales, ya que los alimentos de origen vegetal no tienen la densidad nutricional que tienen los alimentos de origen animal.

Eliminar el ganado supondría un aumento del déficit de calcio, vitaminas A y B12 y algunos ácidos grasos esenciales (del pescado). Estos últimos son importantes, ya que ayudan a reducir las enfermedades cardiovasculares y mejoran la función cognitiva y la vista infantiles. Los alimentos de origen animal son la única fuente disponible de algunos ácidos grasos y vitamina B12, sin acudir a suplementos. 

Ante este escenario, las alternativas a la carne producidas por un número concentrado de empresas, y la producción de la vitamina B12 por la industria farmacéutica reemplazarían a los ganaderos y a la industria ganadera en zonas rurales.

No habrá una disminución significativa en la huella de carbono de nuestras comidas 

Desde la perspectiva del cambio climático, un mundo sin ganadería probablemente no sería como algunos imaginan. Sin rumiantes, sería extremadamente difícil mantener los pastizales, campiñas y praderas. Los bosques ganarían terreno y serían más susceptibles de incendiarse en el caso de temperaturas extremas. Un estudio estadounidense sobre este aspecto realizado por los investigadores Mary Beth Hall y Robin R. White, consideró que la eliminación total del ganado en Estados Unidos supondría un descenso de tan solo el 2,6 por ciento del total de emisiones del país, si consideramos la consecuencia secundaria más importante del abandono de la ganadería. Si comparamos la diversidad y la diferencia entre los modelos de producción agrícola en Europa y Estados Unidos, nos lleva a pensar que los beneficios serían incluso menores en Europa. Además, existen pocos estudios sobre la huella de carbono de las alternativas de carne sintética, que pueden no ser tan beneficiosos como se creía en un principio.

En una declaración de 2017 del Animal Task Force, Jean-Louis Peyraud, un investigador del INRA, dijo: «Un mundo sin ganadería no es más que una utopía a corto, medio y largo plazo. Ya es hora de que volvamos a una postura más realista basada en hechos. Suprimir la producción ganadera sería un disparate para la humanidad. Pero no quiere decir que no necesitemos mejorar nuestra forma de criar a los animales, de respetarlos, de ofrecerles una vida digna y de asegurarnos de que el sacrificio se realice sin dolor y sin estrés. Debemos seguir investigando e innovando para poder reducir los efectos negativos de la cría del ganado y mejorar los beneficios que proporciona a nuestras sociedades». 

Fuentes:
- https://www.pnas.org/content/114/48/E10301.full
- https://www.futura-sciences.com/planete/actualites/rechauffement-climatique-viande-in-vitro-encore-pire-planete-vraie-75120/
- http://pr.euractiv.com/pr/world-without-livestock-farming-makes-no-sense-humanitarian-economic-ecological-and-agronomic

¿QUÉ EFECTO TENDRÍA LA REDUCCIÓN DEL GANADO EN ZONAS RURALES?

Un primer impacto clave que tendría la reducción de las granjas sería el empobrecimiento de la estructura rural, del mantenimiento de nuestras zonas rurales y de su atractivo. Por cada granja, se mantienen siete puestos de trabajo en zonas rurales. Otra consecuencia importante de reducir la producción ganadera son los efectos que tendría sobre la tierra y la biodiversidad.

Las actividades ganaderas están profundamente enraizadas en las tradiciones rurales europeas, y están presentes en casi todas las zonas rurales de Europa, proporcionando una amplia diversidad de sistemas de producción según los contextos locales y geográficos. El sector ganadero contribuye de forma significativa a la economía europea (168.000 millones de euros al año, un 45% de la totalidad de la actividad agrícola), creando puestos de trabajo directos para 4 millones de personas, y apoyando de forma indirecta el trabajo de 30 millones de personas, sobre todo en zonas rurales. Las industrias europeas relacionadas con la producción animal (procesado de carnes y de leche, pienso para ganado) tienen un volumen de ventas de aproximadamente 400.000 millones de euros al año. En el futuro, la producción ganadera podría contribuir de forma significativa a la economía circular o la industria digital, creando nuevos defensores económicos europeos.

La producción ganadera y de alimentos también supone la mayor contribución de las zonas rurales a la balanza comercial de la UE. Por lo general, la Unión Europea es autosuficiente en lo que respecta a los productos de origen animal, y vende en mercados globales (19.500 millones de euros). Es exportador neto de carne de cerdo, productos lácteos, carne de ave y huevos. En un entorno internacional más complejo, mantener un sector ganadero dinámico es una cualidad imprescindible que favorece no solo a las zonas rurales europeas, sino a la totalidad de Europa, más allá del sector agrario. Gracias a su capacidad de exportación, la UE también puede fomentar altos estándares de seguridad alimentaria, medio ambiente, salud y bienestar animal, presionando a los países con los que mantiene relaciones comerciales a mejorar sus propios estándares.

Hoy en día casi tres cuartas partes de la población europea viven en zonas urbanas. Para el año 2050, se cree que un 80% de europeos vivirán en ciudades, haciendo de Europa la zona continental más urbanizada de todo el mundo, junto con Norteamérica. Entre las muchas razones que siguen impulsando el éxodo de comunidades rurales a ciudades, se cuenta la clara relación entre las urbes y un mayor nivel de ingresos. Una reducción en el sector ganadero podría contribuir directamente a un aumento de esta tendencia de urbanización. 

Fuentes:
- European Urbanization Trends

EL CONSUMO DE CARNE Y NUESTRA SALUD - ¿QUÉ EFECTO TIENE?

La carne ha sido y continúa siendo una importante fuente de alimentación, aportando una amplia variedad de nutrientes importantes que son fácilmente absorbidos por nuestro organismo. Junto con otros alimentos de origen animal como el pescado, los huevos y la leche, la carne también tiene un papel importante en tradiciones culturales y recetas en toda Europa.

Los humanos estamos adaptados biológicamente a una dieta que incluye carne, y tiene una función esencial como parte de una dieta sana y equilibrada. De hecho, algunos nutrientes presentes en la carne y en otros alimentos de origen animal no se pueden obtener fácilmente (o incluso es imposible) de alimentos de origen vegetal.

La carne es una fuente ideal de varias vitaminas, minerales y micronutrientes esenciales que son fácilmente absorbibles por el organismo. Una porción de carne roja de 100 g proporciona alrededor de un 25% de la cantidad diaria recomendada (CDR) de vitamina B2 (riboflavina), vitamina B3 (niacina), vitaminas B5 y B6, y dos terceras partes de la cantidad recomendada de vitamina B12.

Las dietas bajas en alimentos de origen animal pueden derivar en varias deficiencias nutricionales. Numerosos estudios han demostrado que las dietas bajas en carne pueden acarrear riesgos para el desarrollo cerebral y el sistema reproductor. De hecho, está reconocido que los alimentos de origen animal son esenciales durante los primeros mil días de vida de los bebés, al igual que para el desarrollo del esqueleto y del cerebro de los preadolescentes.

Existen varios compuestos bioactivos importantes en la carne y en los derivados cárnicos como la vitamina B1, hierro, zinc, colina, L-carnitina, ácido linoleico conjugado, glutatión, taurina y creatinina, que han sido estudiados por sus propiedades fisiológicas.

Se ha puesto bastante atención en el ácido linoleico conjugado (ALC o CLA por sus siglas en inglés) durante las últimas dos décadas por sus muchos efectos biológicamente ventajosos. El ALC regula las respuestas inmunológicas e inflamatorias y mejora la masa ósea, mientras que la carnosina posee una fuerte actividad antioxidante y antigenotóxica, incluido el antienvejecimiento de las células.

En resumen, nos hemos desarrollado como omnívoros, y la carne ha sido un componente central de nuestra dieta durante millones de años. La carne y los derivados cárnicos se pueden consumir de forma segura como parte de una dieta sana y equilibrada.


Fuentes:
- https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22452730
- Should dietary guidelines recommend low red meat intake?
- Health effects of dietary risks in 195 countries, 1990–2017: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2017

¿CUÁLES SON LAS TENDENCIAS ACTUALES DE CONSUMO DE CARNE EN EUROPA?

En los países occidentales, el consumo de carne roja ha ido cambiando, y su papel en la sociedad se ha visto influido por varios factores, como cuestiones económicas, medioambientales, éticas y de salud. En cuanto a kilogramos por persona, el cerdo es la carne más consumida en Europa.

Se ha visto una reducción en el consumo de carne de vacuno y de ternera en Europa, al igual que en muchas otras partes del mundo. 

A continuación, ofrecemos varios gráficos de FAOSTAT con las últimas tendencias – 

ALGUNOS ESTUDIOS AFIRMAN QUE LA CARNE ROJA Y LA CARNE PROCESADA PROVOCAN CÁNCER. ¿ES ESTO CIERTO?

No. La mayoría de la evidencia procede de estudios observacionales, y está basada en un consumo de carne procesada que supera la ingesta media de la mayoría de países europeos. Así que lo único que podemos decir, si seguimos a la ciencia, es que las dietas con un consumo alto de carne procesada se han asociado a un mayor riesgo de cáncer colorrectal. «Mayor riesgo» no significa que el consumo de carne roja y carne procesada causan cáncer, y sería necesario realizar estudios más precisos para determinar esta relación. Curiosamente, un estudio de Reino Unido detectó incidencias similares de cáncer intestinal o colorrectal tanto en vegetarianos como en gente que consumía carne, lo que sugiere que el consumo de carne en general no es un factor causal importante de esta enfermedad.

La correlación entre los alimentos, las carnes y el cáncer es muy difícil de estudiar ya que existen muchos elementos, reales o percibidos, que pueden propiciar la aparición y el desarrollo del cáncer. Los estudios en los que las autoridades nacionales han basado sus recomendaciones son los  estudios desarrollados por la Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC por sus siglas en inglés) que subrayan y clasifican los agentes, reales o posibles, considerados responsables de la aparición del cáncer.

«Carcinógeno» o «cancerígeno» son términos utilizados para algo que puede ser causante del cáncer. El problema en cuanto a la comunicación con el público en general está en el término «causante». No se puede dar una interpretación de causa-efecto en este caso. Dicho de otra manera, no se puede decir «si comes carne procesada, ENTONCES seguramente sufrirás cáncer colorrectal». Del mismo modo, no se puede decir que si alguien está expuesto a un elemento cancerígeno seguramente desarrollará cáncer. Los científicos defienden la premisa de que «carcinógeno» se refiere a algo que, si se toma en ciertas dosis durante un periodo determinado, pueden aumentar el riesgo de desarrollar cierto tipo de cáncer a lo largo de la vida. Sin embargo, cuando esta información se difunde a la opinión pública, la interpretación suele ser que, si una sustancia o un alimento es carcinógeno, que indudablemente causa cáncer. 

Todo el mundo tiene su opinión cuando se trata de riesgo y probabilidad, y se puede utilizar evidencia anecdótica para confirmar o refutar ciertas creencias. Así que algunas personas creerán que si dejamos de consumir un alimento u otra cosa que contenga una sustancia cancerígena, entonces es seguro que nos libraremos del cáncer. Desafortunadamente, la realidad no es esta. Podemos desarrollar un cáncer de pulmón aunque no fumemos (y estadísticamente ocurre), o un cáncer de colon incluso si somos veganos. Nadie podrá precisar nunca con certeza si, incluso consumiendo carne procesada todos los días, desarrollaremos cáncer colorrectal o no. Pero esto no quiere decir que tomar cierto alimento o no tomarlo expondría a la persona al mismo riesgo. 

Si volvemos al informe de la IARC, no se clasifica a los agentes según su grado de carcinogenicidad, ni tampoco habla el informe de la estimación del riesgo, individual o colectivo, de la exposición a cierto agente una vez que se haya determinado que es cancerígeno. Esto quiere decir que no es válido tratar todos los agentes cancerígenos de la misma manera. Decir que «comer carne procesada es igual a fumar o a inhalar amianto» es totalmente erróneo, y desde luego que no le hace ningún favor a la opinión pública. Los agentes carcinógenos son diferentes, pero no es el cometido de la IARC clasificar este aspecto. Hay otro punto interesante sobre las cantidades de consumo investigados por la IARC, que son de 50 gramos de carne procesada o 100 gramos de carne roja al día. Este nivel de consumo es muy superior al nivel del consumidor europeo medio, y en general, al del resto del mundo.

Los consumidores, al igual que la mayoría de personas que tienen que tomar decisiones, reaccionan de forma distinta entre sí, así que la información que proporcionan las autoridades científicas es muy importante y debería emplearse para la comunicación antes que recurrir a fuentes no científicas. Algunas personas tomarán la decisión de seguir consumiendo un alimento porque el aumento del riesgo es poco. Otros decidirán reducir su consumo. El punto más importante que las autoridades deberían tener en cuenta es comunicar cualquier posible riesgo de forma clara y adecuada.

Fuentes:
- Cancer in British vegetarians - Keys T et al. (2014) Am J Clin Nutr 100(suppl): 378S–85S.

¿EL PROCESADO ES SINÓNIMO DE POCO SALUDABLE?

No existe ninguna razón objetiva para asociar de facto el procesado con los alimentos poco saludables. Es cierto que algunos aspectos específicos del procesado de alimentos pueden resultar nocivos para la salud, por ejemplo, al generar ácidos grasos trans o al reducir la disponibilidad de los micronutrientes, pero estos aspectos son en general de poca consecuencia en el caso de carnes fermentadas como el jamón, el salchichón o los embutidos.

El diccionario de la Real Academia Española define la palabra «procesar» como «someter a un proceso de transformación física, química o biológica». Algunas de las fases del procesado son inocuas, o incluso beneficiosas, al conservar los alimentos o al aumentar la biodisponibilidad de los micronutrientes y de otros compuestos beneficiosos para la salud. Los términos contrapuestos como «procesado/natural», en los cuales un término se valora más que el otro, han sido puestos en tela de juicio por la teoría postestructuralista como construcciones sociales más que como categorías reales de las que nos podemos fiar. 

Es más, algunos de los ingredientes utilizados en el procesado de la carne tienen ventajas organolépticas, tecnológicas y, sobre todo, de seguridad e higiene, un hecho que se suele ignorar, mientras que los posibles efectos negativos se exageran. Por ejemplo, los nitratos en las carnes fermentadas contribuyen a mejorar el color y el sabor, además de la seguridad del alimento, y estas fracciones son mínimas comparadas con la ingesta de nitratos procedentes de las verduras o del agua que bebemos. 

Fuentes:
- Gibney et al., 2017
- Cornwell et al., 2018; King and White, 1999
- Ribas-Agustí et al., 2017; Weaver et al., 2014

¿POR QUÉ CONTIENEN SAL LAS CARNES CURADAS?

La práctica de añadir sustancias a los alimentos para poder almacenarlos mejor no es un invento químico ni industrial, sino una tradición que se remonta a la antigüedad. El uso de sal era, y sigue siendo, una forma de conservar la carne e impedir el crecimiento de bacterias.

Algunos ejemplos de aditivos son la adición de un zumo ácido (como el de limón) para impedir el ennegrecimiento de una verdura; el humo de maderas, especialmente las ricas en resina; y, en el caso de las carnes, el uso de sal. En la antigüedad, los romanos observaron que el salitre mejoraba la producción de carnes curadas y embutidos, evitando el oscurecimiento de la carne y en particular, impidiendo la aparición y proliferación de bacterias no deseadas.

Es precisamente por esta razón que, durante la producción de algunas carnes curadas, se añaden cantidades controladas de nitratos y nitritos, ya que una de sus propiedades es la de mantener el color de la carne.

En 2003, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA por sus siglas en inglés) declaró de forma expresa en una opinión científica presentada a la Comisión Europea que «en la mayoría de los productos cárnicos procesados, la adición de nitrito (o nitrato) es esencial para impedir la producción y desarrollo de toxinas relacionadas con el Clostridium botulinum».

Gracias a la refrigeración y a los conocimientos que tenemos de microbiología, además de cumplir con las normas de higiene y de explotar las propiedades bacteriostáticas de hierbas y especias tales como el ajo, la pimienta o la guindilla, hoy en día se puede producir carne curada segura con pocos conservantes.

Aunque deberíamos puntualizar que los nitratos son un componente de muchos alimentos vegetales (la lechuga contiene 3 gramos por kg), el equilibrio nutricional es la manera de valorizar los beneficios de cada alimento, reduciendo los riesgos para la salud.

Fuentes:
- EFSA: Re‐evaluation of potassium nitrite (E 249) and sodium nitrite (E 250) as food additives

¿LOS SUSTITUTOS COMO LA «CARNE» IN VITRO SON MEJORES PARA EL MEDIO AMBIENTE?

El consumo de carne o los denominados «sucedáneos de carne» es una elección personal, pero es importante que el consumidor tenga toda la información relacionada con las propiedades y los métodos de producción, etc., antes de hacer dicha elección. Sin embargo, si nos basamos en los datos disponibles, en lo que respecta al impacto ambiental la producción in vitro no ofrece ninguna ventaja medioambiental comparada con la producción de carne auténtica.

Por lo general, sería prudente que en la Unión Europea se valorasen los riesgos para la salud humana antes de promocionar este tipo de producción como una alternativa preferible a la ganadería.

Para algunas personas, producir carne sin animales es un deseo que se remonta a muchos años atrás. Winston Churchill imaginaba un futuro con carne cultivada ya por los años 30. Sin embargo, la realidad que hay detrás de esta utopía no es necesariamente lo que hubiera esperado Churchill. 

«Carne artificial», «carne cultivada» o «carne in vitro» son todas expresiones que empezaron a ganar en popularidad en 2013, después de la producción y cata de la primera «hamburguesa» hecha a partir de células madre, producida por Mark Post de la Universidad de Utrecht. Desde entonces, la «carne» cultivada se ha presentado en los medios generalistas como una de las fuentes alternativas de «carne» más prometedoras para resolver los problemas de bienestar animal y de seguridad alimentaria, a la vez que conservar el medio ambiente. Esta alternativa a la carne convencional ha atraído a grandes inversores, sobre todo empresas conocidas de tecnología digital, que ahora apuestan por una rápida aceptación en bolsa de estos productos a expensas de la producción ganadera tradicional. Sin embargo, si miramos las publicaciones académicas, parece que la comunidad científica es más escéptica comparada con los medios generalistas sobre el desarrollo de la «carne in vitro». 

La «carne in vitro» no es carne mágica, ¡hay que producirla igualmente!  

La "carne cultivada" o la "carne in vitro" se deriva de tejidos y células cultivadas en un entorno de laboratorio en vez de proceder de un organismo vivo, según la definición que proporciona Mark Post. De hecho, la «carne in vitro» es un clúster de células musculares extraídas de un animal que se multiplican en placas de Petri con un medio de cultivo lo suficientemente rico como para permitir que las células se multipliquen. Incluso con las técnicas más avanzadas, los medios de cultivo aún necesitan hormonas, factores de crecimiento, suero fetal bovino, antibióticos o fungicidas para el desarrollo de las células. Con esta información de fondo, la «carne in vitro» no se puede considerar como una alternativa «natural» al ganado de la Unión Europea, que debe respetar unas normas muy estrictas en relación con el uso de antibióticos, y donde el uso de hormonas está prohibido. De hecho, dichos productos no se pueden denominar «carne», ya que faltan varios tipos de células importantes (como células nerviosas, adipocitos, etc.) en esta intervención, que no es más que un cultivo de células.

El impacto ambiental de los cultivos de células in vitro sigue siendo motivo de controversia

Aún no está claro si la producción de «carne cultivada» representaría una alternativa más sostenible para el clima. Los efectos de la producción de «carne cultivada» en el clima dependerían del nivel de generación de energía descarbonizada y de la huella ambiental específica de dicha producción. Hace falta desarrollar un análisis de ciclo de vida (ACV) detallado y transparente de los sistemas de producción de «carne cultivada». Si nos basamos en los datos disponibles, la producción in vitro no ofrece ninguna ventaja medioambiental comparada con la producción de carne auténtica.

El hecho de que la «carne cultivada» requiere de un proceso que consume energía y del uso de compuestos y moléculas que normalmente están prohibidos en la alimentación del ganado (hormonas, antibióticos, etc.), es un aspecto que habitualmente se ignora.

Aceptación del consumidor 

Los investigadores creen que los sucedáneos de carne pueden ser altos en proteína, pero aún existe gran preocupación por el contenido de hierro y vitamina B12. Además de los aspectos nutricionales, otro de los retos de la «carne cultivada» es el de imitar las propiedades organolépticas de la carne auténtica con un coste económico para poder recibir la aceptación de posibles consumidores. Si las empresas que participan en el desarrollo de carne cultivada en laboratorios quieren ser competitivos para el año 2020, reproducir la complejidad real de la estructura de la carne y su sabor seguirán siendo un gran reto para convencer a la gran mayoría de consumidores. En este contexto, independientemente de las percepciones de cada uno, la «carne in vitro» no se puede considerar una alternativa a corto plazo, ya que tendrá que someterse primero al largo y difícil proceso de la aceptación por parte del consumidor. 

Fuentes:
- Hocquette et al., 2013
- Cultured meat timeline
- Cultured meat in western media: The disproportionate coverage of vegetarian reactions, demographic realities, and implications for cultured meat marketing
- Bill Gates and Richard Branson are betting lab-grown meat might be the food of the future
- https://www.futura-sciences.com/planete/actualites/rechauffement-climatique-viande-in-vitro-encore-pire-planete-vraie-75120/
- Is it possible to save the environment and satisfy consumers with artificial meat?
- What is artificial meat and what does it mean for the future of the meat industry? 
- Climate Impacts of Cultured Meat and Beef Cattle - John Lynch and Raymond Pierre Humbert
- Lab meat is cheap enough for anyone to buy
- Consumer acceptance of cultured meat: A systematic review