Con frecuencia se cita que la cantidad necesaria para producir 1 kg de carne es de 15.000 litros de agua. Es un ejemplo de aquellas afirmaciones sacadas de contexto que se utilizan para conseguir el titular, pero esos números tienden a ser engañosos e imprecisos. Más del 90% del agua que consume el ganado es «agua verde» (agua de lluvia), por lo que los científicos calculan que 1 kg de carne de vacuno requiere aproximadamente 50 litros de agua dulce.
La «huella hídrica» es un concepto que está de moda...
Esta cifra se publicó por primera vez en 2002, cuando se estableció el concepto de «huella hídrica» en respuesta a la creciente popularidad de los indicadores de la huella ecológica. Durante sus trabajos en el Instituto UNESCO-IHE (Institute for Water Education), Arjen Hoekstra, ideó la huella hídrica como forma de medir la cantidad de agua consumida y contaminada para producir bienes y servicios durante toda la cadena de suministro. El interés por este concepto aumentó rápidamente después de que empezara a aparecer en las bibliografías académicas. Hoy en día, la Water Footprint Network está trabajando para homogeneizar y promover el concepto de la «huella hídrica».
...y es complejo de comprender La huella hídrica es un indicador del uso de agua dulce que calcula tanto el uso directo como indirecto del agua por parte de un consumidor o productor. Se expresa mediante tres tipos de huella: huella hídrica azul (relacionada con el consumo de agua dulce superficial o subterránea por animales y riego), huella hídrica gris (relacionada con el agua utilizada para limpiar los efluentes y reciclarlos), y huella hídrica verde (agua de lluvia).
La huella hídrica atribuible a la ganadería está compuesta en un 93% de «agua verde»
Es importante considerar la estructura de la huella hídrica. Si hablamos del consumo medio de agua para actividades relacionadas con la ganadería, más de un 90% es agua verde (agua de lluvia) absorbida por el suelo y evaporada por las plantas, para luego volver al ciclo hidrológico. Esto ocurriría con o sin ganado.
El agua verde que forma parte de estos ciclos no refleja el consumo neto de agua para la producción animal. La escasez real de agua se puede basar únicamente en el agua azul. Si quitamos el agua verde de la fórmula, la comunidad científica considera que se necesitan entre 550-700 litros de agua para producir 1 kg de carne de vacuno (entre agua gris y agua azul). El Instituto Nacional de Investigación Agronómica de Francia (INRA) calcula que se necesitan alrededor de 50 litros de agua «real» (agua azul) para producir 1 kg de carne de vacuno.
Si empleamos la misma estrategia, podríamos calcular que la carne de porcino requeriría 450 litros, la carne de pollo, 300 litros, los huevos, 244 litros y la leche, 86 litros, tal y como se indica en la tabla.
Citando las conclusiones de la publicación académica Animal Frontiers - «El agua es un recurso valioso que debemos conservar de manera global todos los sectores de la economía, incluida la agricultura, y por tanto, la ganadería. Disponemos de herramientas como la huella hídrica y el Análisis del Ciclo de Vida (ACV, por sus siglas en ingés, Life Cycle Assessment LCA), pero tenemos que redefinir su interpretación por parte de los legisladores» – vemos que la conservación del agua es necesaria, pero debemos refinar los datos para poder medir el consumo verdadero.
Fuentes:
- https://www.theguardian.com/news/datablog/2013/jan/10/how-much-water-food-production-waste
- M.M Mekonnen et A.Y. Hoekstra, The green, blue and grey water footprint of farm animals and animal products, Value of Water Research Report Series No. 48, UNESCO-IHE
- https://waterfootprint.org/en/about-us/aims-history
- Water footprint assessment manual
- http://www.inra.fr/Chercheurs-etudiants/Systemes-agricoles/Tous-les-dossiers/Fausse-viande-ou-vrai-elevage/Quelques-idees-fausses-sur-la-viande-et-l-elevage/(key)/0
- https://academic.oup.com/af/article/2/2/9/4638620
«La agricultura es responsable del 92% de la huella hídrica de agua dulce en el mundo, y casi una tercera parte de esta cantidad está relacionada con productos de origen animal«. Esta afirmación procedente de un informe de la FAO de 2006, La larga sombra del ganado: Problemas ambientales y opciones, que se cita con frecuencia, también es malinterpretada, y de hecho, el informe se corrigió en una fecha posterior. Si eliminamos el agua de lluvia de la cifra, los científicos calculan que la industria ganadera consume un 8% de las reservas de agua dulce en el mundo.
Aún no se conoce el verdadero significado de esta cifra, ni tampoco la metodología empleada para calcularla, y por eso es esencial entender el concepto de «huella hídrica» para poder valorar el verdadero impacto de la ganadería. La ganadería consume una tercera parte de todos los recursos hídricos si incluimos agua verde, gris y azul (ver punto anterior).
Si hablamos del consumo medio de agua para actividades relacionadas con la ganadería, más de un 90% es agua verde (agua de lluvia) absorbida por el suelo y evaporada por las plantas, para luego volver al ciclo hidrológico. Esto ocurriría con o sin ganado. Si tenemos en cuenta el agua azul y gris, que podría competir con el consumo de agua dulce, se calcula que la industria ganadera consume un 13% de las reservas de agua en el mundo, y que la mayoría de ese agua se emplea en la producción intensiva basada en piensos.
La cuestión subyacente de este asunto se trata en realidad de la posible competencia para los recursos hídricos entre la producción ganadera y otras actividades humanas.
El agua dulce es un recurso escaso en todo el mundo
Se estima que en el mundo existen unos 1.400 millones de km3 de agua. Sin embargo, los recursos de agua dulce son limitados. Solo el 2,5% de todos los recursos hídricos son agua dulce, y de esta enorme cantidad, solo el 0,003% (unos 45.000 km3) es utilizable para el consumo, higiene, agricultura e industria (el resto está encerrado en glaciares, nieve permanente o en la atmósfera). Además, no toda esta agua es accesible porque, por ejemplo, parte de ella fluye hacia ríos remotos durante las inundaciones estacionales. (FAO, 2017).
Se estima que la demanda global de agua aumentará de forma sensible en el futuro, en un 50% entre 1995 y 2025 (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, 2008), sobre todo en países en vías de desarrollo, no solo por el aumento en la población mundial, sino también por el incremento global de la producción industrial y la mejora en la calidad de vida lo que conlleva un mayor consumo de energía, bienes de consumo y alimentos, sobre todo los de origen animal. Se prevé que este incremento en el uso doméstico, industrial y agrícola del agua ampliará las zonas afectadas por la escasez de agua.
La producción ganadera y la escasez de agua deberían valorarse de forma local
No existe una escasez global de agua como tal, sino que el problema de la escasez de agua debería afrontarse a nivel de países y regiones. No existe evidencia de que la ganadería esté relacionada con un mayor riesgo de escasez de agua. En Francia, por ejemplo, hay poca coincidencia entre regiones que tienen una alta densidad de ganado y las que tienen problemas de escasez de agua en verano. De estas últimas, algunas son zonas con presencia de cultivos de regadío.
Tenemos que plantear los modelos globales con cuidado
Los modelos globales están aún en las primeras fases de desarrollo, y no distinguen entre países en vías de desarrollo y países desarrollados, o entre los diferentes modelos de producción. En algunas regiones, sobre todo en países en vías de desarrollo, los animales no se utilizan únicamente para la producción de alimentos sino también para proporcionar fuerza de tracción, fibra y abono para los cultivos. Las múltiples dimensiones de la producción ganadera no se tienen en cuenta a la hora de calcular el consumo de agua por kilogramo de producto.
Es más, los animales utilizan los subproductos de las cosechas que de otra forma se desperdiciarían. El uso del agua para la producción ganadera debería considerarse una parte esencial de la gestión de los recursos hídricos agrícolas, sopesando el tipo de sistema de producción (por ejemplo, ganado alimentado con cereales o de forma mixta) y la escala (intensiva o extensiva), las especies y razas del ganado, y los aspectos socioculturales de la ganadería en varios países.
Fuente: FAO
Mejorar las prácticas ganaderas podría ayudar a reducir la huella del ganado
En Europa hay poco margen para mejorar el consumo de agua directo por parte del sector ganadero, ya que todos los sistemas ya han sido optimizados. Para los rumiantes, el consumo total de agua está generalmente entre 3,5 y 5,5 L/kg de consumo de alimento seco. Cuanto mayor es el contenido de agua de su alimento, menor cantidad de agua necesita beber el animal. Por ejemplo, cuando los animales consumen hierba fresca joven, no necesitan beber agua. Incrementar la proporción de hierba fresca o forraje en la dieta disminuye por tanto el consumo de agua que beben los animales. Fuente: https://academic.oup.com/af/article/2/2/9/4638620)
El punto más susceptible de mejora para evitar la escasez local de agua se encuentra en una reducción de alimentos de regadío. En este sentido, existen varias opciones que incluyen desde la utilización de plantas que requieran menos agua o que hayan sido seleccionadas por su genética óptima, hasta la aplicación de prácticas agronómicas en el campo por productores de forraje.
La ganadería también puede tener una influencia positiva en los recursos hídricos, por ejemplo, el uso de los marjales o terrenos bajos y pantanosos por los animales daña la biodiversidad en menor medida que vaciarlos para su uso como terrenos para agricultura.
Fuentes:
- https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2212371713000024
- Food and Agriculture Organization of the United Nations (FAO). 2006. La sombra larga del ganado: Problemas ambientales y opciones.
https://www.researchgate.net/publication/49825039_Water_requirements_for_livestock_production_A_global_perspective - https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2212371713000024
- Food and Agriculture Organization of the United Nations (FAO). 2006. La sombra larga del ganado: Problemas ambientales y opciones.
- Water use by livestock: A global perspective for a regional issue? Animal Frontiers, Volume 2, Issue 2, April 2012, Pages 9–16.
Según FAOSTAT 2016, la producción ganadera global utiliza una tercera parte de la producción de cereales en el mundo (210,5 millones de hectáreas), y alrededor de un 40% de la tierra cultivable. Sin embargo, los cereales utilizados para el pienso no son de la misma calidad que los cereales utilizados para la alimentación humana.
El sector ganadero global consumió unos 6.000 millones de toneladas de pienso en 2010 (Materia Seca -MS-, del inglés Dry Matter -DM-). Los tres materiales más importantes fueron hierba y hojas (46% o 2,7 millones de toneladas), seguido por restos de cosecha como paja, ensilado (hojas y troncos) o las puntas de la caña de azúcar (19% o 1,1 millones de toneladas de materia seca).
El área total de las tierras agrícolas que se están utilizando actualmente a nivel global para la producción de forraje para la alimentación animal es de 2.500 millones de hectáreas, lo que representa alrededor de la mitad del área agrícola global,
PERO la mayor parte de esta área lo comprenden los pastizales, con casi 2.000 millones de hectáreas.
La producción de cereales para animales monogástricos (por ejemplo, cerdos y aves de corral) ocupa 138 millones de hectáreas, o el 20% del área total global para el cultivo de cereales. Además, el sector ganadero global utiliza unos 66 millones de hectáreas para producir cereales y leguminosas forrajeras y remolacha forrajera. Si utilizamos el método de asignación basado en la masa y el valor de los productos derivados, unos 131 millones de hectáreas se pueden atribuir al sector de oleaginosas y 126 millones de hectáreas para los restos de cosecha. La totalidad de la tierra cultivable utilizado para alimentar al ganado se calcula en unos 560 millones de hectáreas, o alrededor de un 40% de toda la tierra cultivable en el mundo.
¿UTILIZAR LA TIERRA PARA LA ALIMENTACIÓN ANIMAL COMPITE CON EL USO DE LA TIERRA PARA LA ALIMENTACIÓN HUMANA?
A menudo se presenta la alimentación para ganado como si compitiera con la alimentación humana. Pero según la FAO, el 86% de la alimentación para ganado no es apta para el consumo humano.
Con frecuencia se cita la cantidad necesaria de 6-20 kg de cereales para producir 1 kg de carne. Estas cifras desde luego son inexactas para Europa, y el cálculo es incorrecto incluso a nivel global.
Si utilizamos el sistema de producción de rumiantes de la UE como ejemplo, podemos decir que está basado en el pastoreo y en sistemas mixtos. Los pastizales tienen una función importante como forraje para alimentar al ganado, convirtiendo los pastos en un alimento con un alto valor nutritivo. Por otro lado, el pienso concentrado para ganado está compuesto de restos de cosecha y subproductos de cereales (de las fábricas de fécula y destilerías), cultivos proteicos (productos derivados de los guisantes), oleaginosas (colza, girasol), fruta (pulpa de cítricos), hortalizas y tubérculos (pulpa de remolacha, patata) y leche (suero de leche de las fábricas de queso).
Por tanto, la porción de alimentos aptos para el consumo humano procedentes del pastoreo y de los sistemas mixtos del sector de rumiantes es muy escasa. En el ámbito global, la materia de forraje apta para el consumo humano representa un 13% de la proporción global de la alimentación para ganado.
Fuente: GLEAM, FAO
Un estudio reciente realizado por algunos investigadores de la Friedman School of Nutrition Science and Policy ha demostrado que en una comparación de diez dietas distintas, las que están más orientadas al veganismo revelan una utilización peor y menos diferenciada de los "recursos de la tierra".
Diez dietas muy distintas entre sí, que representan diez maneras de influir en el medio ambiente. Diez maneras para influir en nuestras vidas y en la vida natural, y por extensión en la biodiversidad global y, de alguna manera, en elementos del patrimonio cultural como el paisaje. Resulta que de entre las diez dietas, las que excluían los alimentos de origen animal, que suelen estar consideradas como moralmente más aceptables, eran menos eficientes en su gestión de la tierra, concentrándose únicamente en la explotación de tierra cultivable y de uso cómodo.
Según las conclusiones, la tierra empleada para las dietas veganas alimentaría a menos personas que la tierra empleada para soportar una dieta omnívora. Por tanto, puede que eliminar todos los productos de origen animal de forma repentina y categórica no sea la opción más sostenible a largo plazo.
Puede que una dieta vegana no sea la elección más adecuada en función de la población humana, las necesidades proteicas y la gestión de los recursos mundiales del suelo. De hecho, en un escenario hipotético compuesto al 100% por veganos, necesitaríamos más tierra cultivable, ya que los ingredientes de la dieta vegana se producen en tierras con muy baja eficiencia, por ejemplo, en pastizales.
No todas las tierras agrícolas son comparables en cuanto a su productividad teórica. Algunas tienen un mejor rendimiento con cereales, pero son ineficientes para la producción de fruta y verdura (por ejemplo, tierras arcillosas con pocos recursos hídricos), mientras que otras sirven únicamente como pastizal, ya que el cultivo de verduras requeriría un factor energético demasiado elevado (densidad de piedras, profundidad del suelo, inclinación del suelo, etc.).
Disponible en: https://www.elementascience.org/articles/10.12952/journal.elementa.000116/ Elementa Magazine - Science of the Anthropocene
La necesidad de importar soja como ingrediente de los piensos está relacionada con un requisito nutricional específico. Una iniciativa de la UE para intensificar la producción local de proteínas de origen vegetal para mejorar nuestra autosuficiencia sería bien recibida por el sector ganadero europeo; no obstante, las expectativas indican que por ahora Europa seguirá dependiendo en gran medida de las importaciones de soja.
El Balance de proteínas en piensos de la UE actualizado, publicado por la Comisión Europea en mayo de 2019, muestra que Europa es autosuficiente en un 79% con respecto a las necesidades totales de proteína. No obstante, en la categoría de materias primas para piensos con un alto contenido en proteínas (30%-50% proteína), Europa solo produce un 29% de lo que consume y por tanto depende en gran medida de las importaciones, que son en su mayoría soja triturada.
En la UE se importan anualmente 30 millones de toneladas de soja triturada o su equivalente aproximadamente. Esta cifra se ha mantenido bastante estable durante los últimos 30 años. Los productos a base de soja se han convertido en la primera fuente de materias primas para piensos de alto contenido en proteínas para la industria de piensos en todo el mundo, convirtiéndose en el valor de referencia para todas las fuentes de proteína de origen vegetal. Los cultivos de soja son únicos en cuanto a que reúnen todas las características nutricionales claves que requiere una fuente de proteína de alta calidad destinada a la fabricación de piensos para muchos tipos de animales de producción: perfil de aminoácidos, concentración de proteína, densidad de nutrientes, digestibilidad y palatabilidad. Además, su bajo precio, regularidad y disponibilidad durante todo el año, y la posibilidad de protegerse frente a los cambios de precio, la convierten en la primera elección tanto para nutricionistas animales como para compradores de piensos.
La iniciativa de la UE para intensificar la producción local de proteínas de origen vegetal es un intento de incrementar la autosuficiencia que pudiera tener la UE para abastecerse de las materias primas para piensos ricos en proteínas que actualmente tiene que importar. Es sin duda una iniciativa bien recibida por el sector ganadero europeo, sobre todo desde la perspectiva de rotación agronómica. No obstante, la expectativa es que Europa seguirá dependiendo en gran medida de las importaciones de soja, incluso a largo plazo.
Los medicamentos para animales no suponen un riesgo significativo para el medio ambiente cuando se utilizan de forma apropiada y de acuerdo con las instrucciones de uso del producto.
La Agencia Europea del Medicamento (EMA) establece directrices para evaluar el riesgo toxicológico para la salud humana y las comunidades de aguas subterráneas de los medicamentos veterinarios en las aguas subterráneas. Esto significa que si se utilizan de forma debida y de acuerdo con el etiquetado del fabricante y el prospecto del producto, los medicamentos veterinarios no suponen un riesgo importante para el medio ambiente.
El proceso legislatvio de la UE para la autorización de los medicamentos veterinarios ha sido diseñado para evaluar la seguridad del producto para el medio ambiente antes de aprobar el medicamento. La solicitud de autorización de comercialización de los medicamentos veterinarios debe estar acompañada por datos que evalúan la seguridad del medicamento para el usuario, el animal, el consumidor y el medio ambiente. El dossier de seguridad para un medicamento veterinario tiene que incluir una evaluación del impacto medioambiental (en inglés, Environmental Risk Assessment -ERA-) para que el producto pueda ser autorizado. Este requisito forma parte de la legislación sobre medicamentos veterinarios desde 1992.
Cuando se determina que el impacto para el medio ambiente es mayor que los beneficios que proporciona el producto, no se concede la autorización.
Todo lo contrario. Según las estadísticas de la FAO, se ha reducido a la mitad el impacto de la fermentación entérica procedente del sector ganadero de la UE durante el periodo 1990-2014.
De acuerdo con las estadísticas publicadas por la FAO, se ha registrado un descenso del 51% en emisiones procedentes del ganado, debido en gran parte a la transición hacia un sistema agrario y ganadero más especializado, aunque sigue existiendo mucho margen para la mejora.
Las últimas cifras de la Agencia Europea de Medio Ambiente estiman que menos del 6% de las emisiones de GEI de la UE proceden de la ganadería. La totalidad del sector agrícola produce un 9,58%, y los sectores no agrícolas, un 90,19%. Esta cifra incluye el transporte, climatización, edificaciones, etc.; no incluye el uso de la tierra ni los cambios del uso de la tierra.
Gracias a la agricultura de precisión y las prácticas agronómicas avanzadas, el sector ganadero europeo podrá seguir suministrando productos de origen animal más sostenibles y más económicos a los consumidores europeos.
Y no deberíamos olvidarnos del papel fundamental que tiene el ganado en la circularidad del sector agrario, por ejemplo, respecto al uso del estiércol (también como digestato del biogás) para mejorar tanto la fertilidad del suelo como el almacenamiento de carbono, y porque ayuda a evitar las emisiones derivadas de la producción de productos agroquímicos y otros derivados del petróleo (alternativas al cuero).
Fuentes:
- https://www.theguardian.com/news/datablog/2013/jan/10/how-much-water-food-production-waste
Según la FAO, existen diversas formas de reducir las emisiones procedentes de la ganadería mediante una gestión más eficiente de los animales.
Una manera muy fácil de reducir las emisiones –algo que se suele obviar en los debates públicos– es simplemente limitar y reducir el desperdicio de alimentos. Según la FAO, entre un 40 y un 50% de fruta y verdura se desperdicia en origen, mientras que las pérdidas para carne y lácteos se estiman en un 20%. El desperdicio de alimentos representa un 8% de emisiones globales. En los países industrializados, más del 40% del desperdicio se origina en el punto de comercialización y a nivel del consumidor, así que abogar por reducir los niveles de desperdicio de alimentos también puede contribuir a reducir emisiones.
La intensidad de emisiones del metano y la posibilidad de mitigar todas las emisiones asociadas varía considerablemente entre regiones y entre sistemas de producción. La FAO estima que esta gran diferencia en la intensidad de emisiones de los productos procedentes de los rumiantes se debe a las distintas condiciones agroecológicas, los métodos de explotación agrícola y la gestión de la cadena de suministro. Se pueden buscar muchas opciones para mitigar emisiones dentro de esta variabilidad, y con los incentivos adecuados, se pueden aprovechar para cerrar esta brecha.
También existen soluciones para reducir emisiones dentro de la explotación misma, y los ganaderos ya han tomado varias medidas en este sentido a lo largo de las dos últimas décadas. En un nuevo informe de la FAO, se estima que reducir parcialmente la brecha de intensidad de emisiones dentro de los sistemas de producción existentes a través de una gestión más eficiente, podría reducir emisiones en un 30%.
Entre las oportunidades que se han identificado para reducir emisiones, hace falta investigar en profundidad para poder medir con precisión el impacto que tendrían sobre la productividad y la relación coste-eficacia. Dichas oportunidades se pueden clasificar en tres amplias categorías:
- Pienso y nutrición: El abastecimiento de materias primas y la etapa de elaboración de piensos representa el grueso de las emisiones asociadas con la producción porcina, avícola y piscícola. Se ha realizado un trabajo significativo para establecer la metodología (reglas de categoría para la huella ambiental de producto (RCHAP, pienso para animales destinados a la producción de alimentos) y la base de datos (Global Feed LCA Institute) para que los fabricantes de piensos puedan tener en cuenta la reducción de la huella ambiental durante el proceso de formulación del pienso si así lo solicitan los operadores de los siguientes eslabones de la cadena de producción. A lo largo de los años, la innovación en la ciencia de la nutrición animal ha creado soluciones como aditivos para piensos como aminoácidos, enzimas y probióticos que han permitido un uso más eficiente de las materias primas disponibles, reduciendo el impacto sobre las emisiones de GEI, la acidificación y la eutrofización. Por ejemplo, la fitasa (la enzima más utilizada en el mundo para elaborar piensos) aumenta en los animales la digestibilidad del fósforo disponible en las materias primas para piensos, con el resultado de que los animales tienen que ingerir menos pienso. Los efectos positivos de los aditivos para piensos para reducir la huella ambiental de la ganadería se han demostrado mediante un Análisis de Ciclo de Vida como parte de un proyecto específico llamado Proyecto sobre la Sostenibilidad de Ingredientes en Piensos (Specialty Feed Ingredients Sustainability Project – SFIS) Para el ganado vacuno en concreto, se puede conseguir una mejora en la calidad de alimentación mediante una gestión más eficiente de pastizales, mayor diversidad de especies de pastos, mezcla de forraje, y un uso más extendido de suplementos de origen local. Alinear la producción de los rumiantes con los recursos disponibles de pastoreo, garantizar el equilibrio de raciones y asegurar una preparación y conservación adecuada del alimento mejorará la absorción de nutrientes y la productividad y la fertilidad de los rumiantes. Existen muchas investigaciones sobre la reducción de emisiones entéricas procedentes de los rumiantes, por ejemplo, mediante la adaptación de la composición del forraje y de las materias primas utilizadas, y el uso de aditivos para piensos.
- Sanidad y cría animal: Aumentar la eficacia biológica del rumiante mediante mayores índices de reproducción y una vida reproductiva más extensa son claves para reducir las emisiones de metano, pero estos esfuerzos pueden verse limitados por las enfermedades, sobre todo por las enfermedades endémicas que limitan la producción. Las enfermedades que limitan la producción tienen varias consecuencias negativas que incluyen la muerte o sacrificio de animales anteriormente sanos, el engorde reducido, una producción y calidad disminuidas de la leche, una reducción en la fertilidad, el aborto y/o un aumento de desperdicio dentro del sistema. Por tanto, reducir la incidencia de enfermedades endémicas dará lugar a animales más sanos y más productivos.
- Técnicas avanzadas de monitorización: Las oportunidades que ofrecen la tecnología y el internet de las cosas, el big data, el blockchain, los drones y la teledetección con sensores para el ganado extensivo pueden presentar oportunidades para desarrollar formas totalmente nuevas de controlar las emisiones de GEI y su extracción con un nivel de detalle desconocido hasta ahora, y posiblemente con una reducción del factor de incertidumbre y una mayor precisión. La inteligencia artificial y la capacidad informática cada vez mayor permitirán que los sistemas del futuro puedan procesar enormes cantidades de datos y facilitar resúmenes, líneas de tendencia y análisis a demanda. Estos avances pueden derivarse en un futuro control y optimización de los animales en sí. Es evidente que la incorporación de estas tecnologías requerirá de la financiación suficiente y una clara rentabilidad sobre la inversión.
Fuentes: