Aún no se conoce el verdadero significado de esta cifra, ni tampoco la metodología empleada para calcularla, y por eso es esencial entender el concepto de «huella hídrica» para poder valorar el verdadero impacto de la ganadería. La ganadería consume una tercera parte de todos los recursos hídricos si incluimos agua verde, gris y azul (ver punto anterior). 

Si hablamos del consumo medio de agua para actividades relacionadas con la ganadería, más de un 90% es agua verde (agua de lluvia) absorbida por el suelo y evaporada por las plantas, para luego volver al ciclo hidrológico. Esto ocurriría con o sin ganado. Si tenemos en cuenta el agua azul y gris, que podría competir con el consumo de agua dulce, se calcula que la industria ganadera consume un 13% de las reservas de agua en el mundo, y que la mayoría de ese agua se emplea en la producción intensiva basada en piensos.

La cuestión subyacente de este asunto se trata en realidad de la posible competencia para los recursos hídricos entre la producción ganadera y otras actividades humanas. 

El agua dulce es un recurso escaso en todo el mundo

Se estima que en el mundo existen unos 1.400 millones de km3 de agua. Sin embargo, los recursos de agua dulce son limitados. Solo el 2,5% de todos los recursos hídricos son agua dulce, y de esta enorme cantidad, solo el 0,003% (unos 45.000 km3) es utilizable para el consumo, higiene, agricultura e industria (el resto está encerrado en glaciares, nieve permanente o en la atmósfera). Además, no toda esta agua es accesible porque, por ejemplo, parte de ella fluye hacia ríos remotos durante las inundaciones estacionales. (FAO, 2017).

Se estima que la demanda global de agua aumentará de forma sensible en el futuro, en un 50% entre 1995 y 2025 (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, 2008), sobre todo en países en vías de desarrollo, no solo por el aumento en la población mundial, sino también por el incremento global de la producción industrial y la mejora en la calidad de vida lo que conlleva un mayor consumo de energía, bienes de consumo y alimentos, sobre todo los de origen animal. Se prevé que este incremento en el uso doméstico, industrial y agrícola del agua ampliará las zonas afectadas por la escasez de agua.

La producción ganadera y la escasez de agua deberían valorarse de forma local

No existe una escasez global de agua como tal, sino que el problema de la escasez de agua debería afrontarse a nivel de países y regiones. No existe evidencia de que la ganadería esté relacionada con un mayor riesgo de escasez de agua. En Francia, por ejemplo, hay poca coincidencia entre regiones que tienen una alta densidad de ganado y las que tienen problemas de escasez de agua en verano. De estas últimas, algunas son zonas con presencia de cultivos de regadío.

Tenemos que plantear los modelos globales con cuidado

Los modelos globales están aún en las primeras fases de desarrollo, y no distinguen entre países en vías de desarrollo y países desarrollados, o entre los diferentes modelos de producción. En algunas regiones, sobre todo en países en vías de desarrollo, los animales no se utilizan únicamente para la producción de alimentos sino también para proporcionar fuerza de tracción, fibra y abono para los cultivos. Las múltiples dimensiones de la producción ganadera no se tienen en cuenta a la hora de calcular el consumo de agua por kilogramo de producto.

Es más, los animales utilizan los subproductos de las cosechas que de otra forma se desperdiciarían. El uso del agua para la producción ganadera debería considerarse una parte esencial de la gestión de los recursos hídricos agrícolas, sopesando el tipo de sistema de producción (por ejemplo, ganado alimentado con cereales o de forma mixta) y la escala (intensiva o extensiva), las especies y razas del ganado, y los aspectos socioculturales de la ganadería en varios países.

Fuente: FAO

Mejorar las prácticas ganaderas podría ayudar a reducir la huella del ganado

En Europa hay poco margen para mejorar el consumo de agua directo por parte del sector ganadero, ya que todos los sistemas ya han sido optimizados. Para los rumiantes, el consumo total de agua está generalmente entre 3,5 y 5,5 L/kg de consumo de alimento seco. Cuanto mayor es  el contenido de agua de su alimento, menor cantidad de agua necesita beber el animal. Por ejemplo, cuando los animales consumen hierba fresca joven, no necesitan beber agua. Incrementar la proporción de hierba fresca o forraje en la dieta disminuye por tanto el consumo de agua que beben los animales. Fuente: https://academic.oup.com/af/article/2/2/9/4638620)

El punto más susceptible de mejora para evitar la escasez local de agua se encuentra en una reducción de alimentos de regadío. En este sentido, existen varias opciones que incluyen desde la utilización de plantas que requieran menos agua o que hayan sido seleccionadas por su genética óptima, hasta la aplicación de prácticas agronómicas en el campo por productores de forraje.   

La ganadería también puede tener una influencia positiva en los recursos hídricos, por ejemplo, el uso de los marjales o terrenos bajos y pantanosos por los animales daña la biodiversidad en menor medida que vaciarlos para su uso como terrenos para agricultura.

Fuentes: